TANTAS VIDAS
Yo, te he visto:
vagando sobre los tejados,
descansando sobre el humo de las chimeneas,
jugando con el filo de un poema,
saliendo de diferentes bocas
estrechando tu lengua,
sobre la pérgola del vacío.
Caminando entre las enredaderas,
asomando tu rostro
sobre el brillo de un cuchillo.
Agitando las gotas de lluvia,
apagando las luces de la vida,
reencarnando entre el polvo de la memoria.
Yo, te he visto:
agotando tu sangre,
afilando tus ojos,
posando entre las tinieblas,
caminando entre las sombras,
exponiendo a diario
tus músculos y tus vidas
Yo, te he visto:
brotando de la cera de una vela,
clausurando la ceremonia de la historia,
enclaustrado entre el gris de la ceniza,
ilustrando con tu figura;
la imagen enferma de la noche,
ronroneando entre los vestigios de un faraón.
Gato negro, yo te he visto:
naciendo entre el ardiente caminar
de esta y tantas vidas…
ME NIEGO A SEGUIR SIENDO UNA BALA
Habitar en los tambores,
recorrer la carne de los hombres
y las lágrimas de las mujeres
es un oficio en el que no pienso seguir.
Hay lugares que me entristecen:
el corazón de un árbol,
lo que se quiebra dentro de una botella,
—ahí no pienso volver—
porque la rabia me consume
y mi plomo se apaga lentamente.
Ya no quiero ser una bala:
y petrificar la sonrisa de una madre
mientras espera la llegada de su hijo,
el beso color carmesí de su hija,
o incluso el nombre del padre
en una oración que no tuvo cabida.
Todos creen que no tengo pesadillas:
pero, a veces, dirigida por la locura
siento que el desenfreno me llama
y de mis partículas se apodera la ira,
cuando el dedo índice lanza gritos
y me enseña otros caminos,
caminos en donde nadie me espera,
y en donde mi opaco nombre
parece quedar atrapado,
en la lectura de alguna carta del evangelio.
Me niego a seguir siendo una bala:
a creer que el calibre dice la verdad,
a rezar el padre nuestro antes de salir expulsada
y creer que la muerte es mi mejor amiga.
Sentada, frente a la pared:
escupo lo que me queda de esperanza.
Ya no hay vuelta atrás,
perforar desde todos lo puntos cardinales
y llevar el peso de la inquisición,
es algo así como mi condena
y mi apabullante destino.
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Omar Cruz (El Progreso, Yoro, Honduras, 1998). Estudiante de la carrera de Periodismo y Antropología en la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Algunos de sus textos aparecen en diversas revistas literarias, periódicos de América y España. En el año 2022 fue finalista en el Concurso de Cuentos de Suspenso, Ciencia ficción y Misterio convocado por la revista literaria mexicana Inéditos y en 2023 ganó la Convocatoria de Ensayo Breve de la revista literaria Vuelo de Cuervos en España. Es autor del poemario: Hologramas de ayer, hoy y para siempre (Atea Editorial, 2019). Ha sido traducido al Inglés, Catalán, Italiano y al Japonés.
FACEBOOK: OMAR CRUZ
TWITTER: @OmarZavala1998
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